Por Rosanna Di Turi (@Rosannadituri)
Fotografía Anthonny Arias (@anthonnyag)
Viviana Moreno daba clases de diseño en Mérida y ama el pan. Juan Pablo Márquez, su pareja, es ingeniero, estudiaba su maestría y quiso preparárselo para que nunca le faltara. Decidió probar en serio y compró un saco de 45 kilos de harina para explorar posibilidades de manera empírica.
Aprendieron y comenzaron a compartir con los amigos y los hacen con tan buen tino que sus cercanos les sugirieron que les pusieran precio. Así, el año pasado empezaron a comercializar en Mérida esos panes generosos en tamaño que hacen de la manera más artesanal: con masas madres que ellos mismos elaboran —y con las que conjuran la escasez de levadura—, la paciencia de 12 horas de leudado y procurando calidad: son pocos panes, pero cada uno tiene el esmero de las cosas bien hechas. Bautizaron Pan Comido a su iniciativa y en imágenes bien tomadas que publican en Instagram, comenzaron a compartir las buenas nuevas de sus elaboraciones.
A estas alturas ofrecen 12 tipos, 4 de concha dura, entre los que se encuentran los panes con chocolates Paria, de avena, integrales con ajonjolí, con orégano o tipo brioche. Se mudaron a un pequeño laboratorio en la casa donde creció Juan, en La Pedregosa, y ahora se dedican ambos, con la pasión que despierta el buen pan, a esta labor.
Sus panes se consiguen en tiendas de Mérida como Toscana.
También por encargo a través del 04247420008.
En Instagram: @pan_comido
Una respuesta a «Pan comido en Mérida»
Acabo de probar vuestros panes y me encantò los felicito y màs que estàn en la Pedragoza, donde vive mi sobrina preferida, muchos exitos en su labor y gracias gracias