El chef Gastón Acurio supo cómo activar la espiral incluyente de entusiasmos, para convertir la gastronomía del Perú en un referente y gustoso motor de progreso. Y sabe también que una vez activada no es tiempo de detenerse. Siempre se recurre a él para cuál ha sido esa fórmula capaz de encender esa posible fuente de orgullo colectivo. “Pareciera que el camino fue fácil. Pero no lo fue”, ilustra Acurio.
“Primero que nada tuvimos que enfrentarnos a nosotros mismos. A nuestros egos y desconfianzas entre cocineros acostumbrados a creer que el mundo acababa en la puerta de sus restaurantes. Hubo que curar una honda herida entre el campo y una ciudad que miraba con indiferencia a nuestros nobles campesinos. Hubo que contagiar la ilusión y orgullo por lo nuestro a una generación confundida entre crisis y golpes de estado que le llevaron a creer absurdamente que lo nuestro no era tan valioso como lo extranjero”.
Gastón Acurio mereció este año el premio que otorgan sus colegas cocineros en los Latin America’s 50 Best, mientras que el restaurante emblemático que creara hace 20 años, Astrid & Gastón, obtuvo el segundo lugar en este conocido ranking. Semanas antes Acurio había compartido el anuncio de que se retiraba del liderazgo directo de esas cocinas, que quedaron totalmente a cargo del chef Diego Múñoz. Pero en realidad es mucho lo que queda en su agenda, y más cuando su sueño es firme e inagotable. No sólo manejar el resto de sus restaurantes. Además, emprender una expedición en el 2015 por todo su país.
“La idea es viajar por todo el Perú como lo hicimos hace doce años para encontrar nuevas oportunidades económicas para nuevos productos, nuevos destinos turísticos, nuevos recetarios, nuevos personajes y por ende, nuevos conceptos y productos que podamos desarrollar. Buscar respuestas, inspiración y sentido a nuestros próximos años como cocinero”. En sus redes compartió que entre los muchos planes está seguir con la apertura de restaurantes peruanos en ciudades como Washington, Londres, Dubai, Buenos Aires. Hacer una universidad al sur de Lima y desarrolar conceptos de casual fast food: “es decir restaurantes que sirvan una excelente comida al mas bajo precio posible”.
En sus anhelos y metas está una mayor: ver convertida a Lima en la capital gastronómica en el 2021, con una ciudad que honre de manera integra ese honor. “Sí. Lima o cualquier ciudad de América Latina puede ser la próxima París. Claro que sí. Solo que si lo logra, no será porque la imito. Será porque supo reconocerse a sí misma, reencontrarse con su pasado, curar sus heridas, abrazar sus herencias, celebrar sus diferencias, asumir su rol y su tiempo, vencer sus miedos y enfrentar con valor y humildad sus desafios. Justamente de eso se trata. De abrazar la utopia. De vencer la adversidad coyuntural, mientras ponemos en valor y perspectiva lo que ya tenemos”. Los verdaderos logros vienen de ese profundo convencimiento.
Fotografía: Rosanna Di Turi
