Por Rosanna Di Turi @Rosannadituri
Chloé Doutre-Roussel lleva en el paladar la geografía de sabores de los mejores chocolates que se logran en el planeta. Respetada experta en la materia, la autora de Chocolate para entendidos, quien estuviera encargada de la sección de repostería de Ladurée en París y dicta charlas sobre el asunto por el mundo, felizmente tiene un vínculo cercano con Venezuela.
Aquí apoya con su sapiencia la avanzada de los chocolates artesanales desde Cacao de origen, dirigido por María Fernanda Di Giacobbe. En la tienda y laboratorio, situados en Hacienda La Trinidad en Caracas, se le puede encontrar eventualmente enseñando a catar tabletas, por ejemplo, a quienes se inician en la producción con emprendimientos propios.
Desde esa mirada puede contar con absoluta propiedad las bendiciones con las que cuenta este país y lo mucho que hay que hacer para honrarlas. “Venezuela es el lugar con la más grande diversidad genética de cacao en el planeta. Pero para obtener buen chocolate es necesario que los productores hagan un mejor trabajo poscosecha, de buena fermentación, secado al sol y almacenamiento en lugares libres de contaminación. Es necesaria mucha educación”, advierte.
Por ello es generosa al compartir sus conocimientos a través de talleres como los que dicta actualmente Cacao de origen en alianza con el Basque Culinary para emprendedores del chocolate. Aquí, Chloé es testigo y parte de un movimiento que se cocina con tenacidad.
“La energía e inspiración que logra María Fernanda ha estimulado a muchos. En este momento no es fácil comprar cacao, transportarlo o conseguir calidad. Sin embargo, ha habido un movimiento muy rápido que da ánimo. Ahora viene un reto enorme de apuesta a la excelencia para hacer un filtro. Que haya mucha enseñanza para que la gente mejore la producción”, comparte con certeza. “Gracias a la calidad de su cacao, Venezuela tiene el mayor potencial en el mundo del chocolate. Pero es fundamental la educación: desde el productor hasta quien exporta”.
Fotografía Kristofer Sandberg. Cortesía Chloé Doutre-Roussell