Por Guillermo Vargas [email protected]
A la hora de catar el vino no se deben utilizar copas de tamaño pequeño, talladas, difusas, de cristal no incoloro, de vástago corto y de cáliz muy abierto. Se prefieren las incoloras, de vástago largo, grandes, anchas en el primer tercio del cáliz y algo cerrada en su boca; de manera que se pueda ver correctamente el color y tonalidad del vino.
Sólo debemos servir un tercio de vino en la copa, para que se desarrolle en el espacio de los siguientes dos tercios de la misma; además para que en el momento de su agitación, el vino pueda girar internamente sobre la superficie de la copa sin derramarse.
La cata, es la apreciación organoléptica de las cualidades de un vino a través de los sentidos como vista, olfato, gusto y tacto; para conocerlo, describirlo, juzgarlo y disfrutarlo. En este proceso se suelen cometer errores que interfieren en la interpretación y disfrute del vino; para evitarlos les indico algunas recomendaciones.
No debemos agitar el vino sin antes olerlo; lo ideal es hacer la primera observación olfativa antes de agitarlo, para apreciar los aromas que el vino desprende de manera espontánea. A continuación debemos agitar la copa en círculos para mojarla toda y aumentar la superficie de evaporación y apreciar los aromas del vino, con mayor intensidad. Por supuesto, se hace la agitación y apreciamos inmediatamente los aromas. Es un error continuar agitando todo el tiempo la copa, lo cual es muy agradable y elegante, porque lo que estamos haciendo es sacándole los aromas al vino sin apreciarlos.
No debemos probar el vino, sin antes disfrutar sus aromas; al hacerlo, la apreciación gustativa interfiere la correcta apreciación olfativa.
Hay que tomar la copa por el vástago y no por el cáliz, porque calentamos el vino con nuestra mano, le marcamos los dedos a la copa y finalmente es muy poco elegante.
Al llevar el vino a la boca no debemos ingerirlo inmediatamente, es muy importante pasearlo sobre la lengua e impregnar lo suficiente la mucosa bucal, para percibir sabores y sensaciones táctiles, típicas de cada vino.
Podemos catar la primera copa de cada botella, para asegurarnos que el vino esté correcto, teniendo mucho cuidado de no incurrir en los errores señalados con anterioridad; luego podemos apreciar el vino de una manera más flexible, al gusto, hasta terminar la botella, donde cada copa se disfruta con todo el placer posible, para hacerle al vino el honor que merece y disfrutarlo al máximo. ¡Salud!