Por Guillermo Vargas
No es fácil definir un producto milenario, tan complejo, apreciado y noble como el vino. La Organización Internacional de la Viña y el Vino (O.I.V.), lo define como la “bebida resultante exclusivamente de la fermentación completa o parcial de la uva fresca o del jugo de la uva fresca”.
Luis Pasteur, científico de renombre mundial, afirmó en 1886: “El vino es la más sana y la más higiénica de las bebidas”. Catedráticos de Enología en Francia, hace muchos años, señalaron: “Beber vino es la mejor forma de comunicarse con la tierra, al tomar sus minerales, extraídos por la vid”. Disfrutar del vino es una experiencia de los sentidos, un placer y una afición.
Es importante resaltar que el vino proviene exclusivamente de la uva, “del fruto de la vid y el trabajo del hombre”, como dice la liturgia de la iglesia católica; sin embargo a veces desconocemos el trabajo que hay detrás de cada botella. Muchos especialistas en el área coincidimos en que el vino se empieza a producir en el viñedo, trabajo del ampelólogo (experto en el cultivo de la vid), y se elabora, añeja y afina en la bodega, trabajo del enólogo (experto en la elaboración del vino); quien tiene la misión de exaltar en el vino, las características de calidad aportadas por la uva.
La alianza entre un vino y un alimento es perfecta cuando se produce un equilibrio y armonía entre aromas y gustos de ambos. El vino realza el valor de la comida, al igual que interviene en su digestión y asimilación, proporcionándonos una placentera y saludable sensación cuando lo tomamos moderadamente. Su compleja composición nos proporciona agua proveniente de la uva, alcohol etílico, glicerol, ácidos orgánicos, sales minerales, vitaminas del complejo B, vitamina C y polifenoles como taninos, antocianos y antioxidantes, entre otros elementos.
Existen diversos tipos de vino. De acuerdo a su contenido de gas carbónico encontramos: tranquilos (sin gas), de aguja (frizzantes), con muy poco gas y espumosos (altos en gas); de los cuales existen blancos, rosados y tintos.
Según su contenido de azúcar residual, existen desde secos hasta dulces, pasando por abocados, semi secos y semi dulces. Todos son exquisitos y hay apropiados para cada momento, lo cual queda a nuestra elección; por supuesto que el mejor vino siempre será el que más nos guste, dependiendo del tipo de comida con que lo vamos a maridar, del ambiente donde lo vamos a tomar, y muy especialmente de la compañía con quien lo compartiremos. ¡Salud!
Fotografía tomada de www.GQ.com.Mx