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Los defensores del cacao criollo

Venezuela cuenta con una bendición que merece ser honrada. “El cacao venezolano se distingue en el mundo por su sabor y aroma. Sólo el 10 por ciento del cacao del planeta es trinitario y criollo, los más finos, los que prevalecen en Venezuela”, cuenta el ingeniero agrónomo Álvaro Gómez.

De ellos, los más insignes, son los criollos, los de semilla blanca. Los de elegancia excepcional cuya fama es un mito en el planeta. Los mismos que se pierden como una rareza entre muchas plantaciones y la maleza a la espera de ser rescatados, tratados con los cuidos que merecen y aprovechados como las joyas que son.

Por fortuna existen convencidos que se han dedicado a buscarlos. Álvaro Gómez es uno de ellos. Junto a iniciativas como Proyecto Paria y Hacienda San José, ha encabezado expediciones en el país para dar con esas plantas que aguardan rezagadas. Una de esos viajes ameritó 25 días internado en selváticos territorios de Paria para dar con algunas plantas de cacao criollo. De esas cruzadas, cual detectives de los cacaos, han dado con una certeza. “En Venezuela hay muchos cacaos criollos, pero comercialmente no se aprovechan”. Hay mucho por hacer para rescatar esta bendición. “Hoy se producen 17.000 a 18.000 kilos de cacao al año en Venezuela cuando hace 200 años llegamos a 20.000 toneladas. Fuimos el principal productor de cacao y el principal exportador”, recuerda Álvaro Gómez quien trabaja con el convencimiento de que lo mucho que se puede lograr.

Por ello, han reservado esa riqueza genética en bancos de germoplasma que aguardan en el país a la espera de productores que aprovechen ese material. Algunos, las excepciones, han apostado por estos cacaos insignes. En La Hacienda San José de Paria lo hacen. También Calixto López, descendiente de cacaoteros y un convencido de la calidad de estas semillas únicas en el planeta.

En Agua Fría, cerca de Río Caribe, rescató una vieja finca. Con asesoría pudo distinguir nueve plantas de cacao criollo. Las mismas que otros productores descartaban porque pensaban que estaban enfermas. Eso fue el 2002. Y ya, gracias a constancia y persistencia, las ha multiplicado a más de 1700. “Hay mucho cacao bueno pero el desconocimiento no nos deja valorarlo”, sabe. Él defiende las plantas que sabe excepcionales. “Estas son las pepitas de oro. Cuando yo comencé me llamaban loco. Sé que el cacao es el árbol de la vida. El petróleo tiende a acabarse. Y estas plantas son eternas”.

En Cacao de Origen de La Trinidad, elaboran su primera tableta de chocolate con el cacao de López, como bien anuncian en su etiqueta. Él se llevó los chocolates a su tierra para mostrar con pruebas que su convicción, vale la pena.

 

 

 

Por Rosanna Di Turi González

Periodista especializada en gastronomía, editora de esta página. Convencida de que nuestros sabores son un gustoso lugar de orgullo y encuentro para este gentilicio. Fue gerente editorial de la revista Todo en Domingo de El Nacional y autora de los libros ABC del Vino, Ron de Venezuela y El legado de Don Armando. Twitter: @Rosannadituri

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