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Columnistas Pietro Carbone

Nuestros orígenes


 

 

Ya comenzó la cosecha de café en Venezuela, de hecho, estamos en las últimas semanas del proceso. Año tras año la naturaleza nos bendice con sus frutos, y este año será muy bueno.

 

En la búsqueda por una buena taza, he probado las cosechas de muchos orígenes venezolanos, destacando Mérida, Boconó (Trujillo), Caripe (Monagas) y por su puesto, El Laurel (Edo Miranda).

 

Con cada taza y cada perfil de tostado, descubro cosas nuevas, tazas interesantísimas, con sabores muy marcados, con sus respectivas “marcas de fábrica” por decirlo de alguna forma.

 

El café de Caripe del Guácharo, de unos 900-1100 msnm, viene acompañado de dulces notas de papelón, caracerística que hemos perdido por los tostados oscuros. Pero justamente estamos trabajando para cambiar esa tendencia y dignificar nuestro buen café. Estas notas explotan mucho en una prensa francesa.

 

El café proveniente de Los Andes venezolanos, de más de 1200 msnm, tiene mucho cuerpo, acidez media y mucho color en su preparación. Es mi preferido para espressos y cappuccinos. La altura le confiere buena densidad, que con un buen tostado, nos impregna la casa en su preparación. Tiene retrogusto de frutos secos y cacao.

Mi consentido, el café de El Laurel, Edo Miranda, a unos 1260 msnm, tiene una acidez cítrica y frutal que es única. Además de ser muy interesante, es un café que le atrae mucho al paladar de los asiáticos, que tienen una sensibilidad genética por la acidez en el café. Lo recomiendo en greca y en métodos de infusión, lo mismo que cualquier método de brew como la chemex, V60, y prensa francesa.

Venezuela, de costa a costa, está llena de café y cacao. También podemos destacar los buenos cafés de Petaquire, Edo Vargas a unos 1400 msnm. Tienen mucho cuerpo y están cerca de Caracas para poderlos visitar. Diría que hacen una taza muy completa.

Hoy en día, han logrado acaparar su cuota de mercado los cafés de Biscucuy y Chabasquén, Edo Portuguesa, desde los 600 msnm. Tienen notas florales muy interesantes. Son proyectos muy bonitos, y vaya un aplauso para ellos, porque también llevan a cabo una labor formadora con los campesinos del café.

Tambien debemos considerar las siembras en todo el pie de monte andino: Barinas, Barinitas, pueblitos como Calderas de Barinas, que con clima de montaña, nos dan excelente café, además de proyectos orgánicos y comercio justo.

Pido me disculpen los productores de otros orígenes que no he mencionado, porque no conozco, o no he probado, pero espero se sientan incluidos, y son bienvenidos a participar en un gran proyecto para rescatar nuestras tradiciones y sobre todo, aquella buena taza de café que tanto nos enorgullece a los venezolanos.

Y a los lectores los invito a seguir preguntando e investigando el origen del café que toman día a día. El café que sirven en su cafetería de costumbre, o el café que compran para la casa. Saben de dónde proviene. Cuándo se cosechó. Cuándo se tostó.

Esta es la mejor vía para rescatar nuestro café.

Por Pietro Carbone

Confeso apasionado del buen café, se ha consagrado a divulgar cómo lograrlo. Aprendió barismo en Italia, logró su certificado también como catador y ofrece cursos de barismo. Tiene su blog Diario de un barista y escribió el libro Pasión por el café. Su Twitter: @carbonespresso. Su blog: carbonespresso.blogspot.com.

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