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El arte de la cata del vino

Por Guillermo Vargas (guillermo.vargas@gmail.com)

La cata del vino, es la apreciación organoléptica de sus cualidades, a través de nuestros sentidos – vista, olfato, gusto y tacto-  para conocerlo, describirlo, juzgarlo y disfrutarlo.

En la cata distinguimos cuatro pasos fundamentales: observación por medio de nuestros sentidos, percepción de las sensaciones, comparación con sensaciones conocidas, y establecimiento de un juicio.

El catador debe saber expresar y describir lo que siente, además de formarse una opinión objetiva del vino que cata, aunque éste no sea de su preferencia.

La cata está fuertemente vinculada a nuestros sentidos. La vista nos permite distinguir el aspecto del vino; el olfato, localizado en la mucosa olfativa, percibe los aromas que ingresan por las fosas nasales y desde la cavidad bucal. El gusto ubicado en la lengua, detecta a través de las papilas gustativas, los sabores dulce, salado, ácido y amargo. El tacto, ubicado en la mucosa bucal, percibe sensaciones térmicas, viscosidad y untuosidad, además de la astringencia o sequedad, causada por los taninos del vino.

Para catar debemos usar una copa grande, incolora, de tallo alto, cáliz ancho en su base y cerrado en su parte superior. Servimos un tercio de la copa con vino e iniciamos por la fase visual. Inclinamos la copa sobre un fondo blanco, para ver la transparencia y las tonalidades del color.

Es ideal que la mayoría de los vinos blancos sean brillantes y de color dorado pálido, lo cual denota su frescura y juventud; mientras que en los tintos podemos observar tonos entre violeta y rubí, cuando jóvenes, hasta granate y ladrillo cuando añejos.

En la fase olfativa, antes de mover el vino, metamos la nariz dentro de la copa para percibir su olor; detectaremos aromas espontáneos de frutas y flores, en blancos y rosados. En tintos podemos percibir frutas rojas y negras, notas de roble, cacao, cuero y tabaco.

Luego agitamos la copa en ritmo circular para apreciar los aromas con mayor intensidad. Finalmente lo llevamos a la boca. Antes de ingerirlo, es importante pasearlo sobre la lengua e impregnar suficiente la mucosa bucal, para percibir sabores y sensaciones táctiles, típicas de cada vino.

Todo esta ceremonia la hacemos con la primera copa, para asegurarnos que el vino esté correcto, luego cada copa se cata con el mismo proceso, aunque menos estricto, al gusto de cada quien, para hacerle al vino el honor que merece y disfrutarlo al máximo.

¡Salud!

Fotografía tomada de expressnews.uk.com

Por Guillermo Vargas

Ingeniero agrónomo, máster en Viticultura y Enología, profesor universitario y catador Internacional es el enólogo que durante dos décadas y desde sus inicios estuvo a cargo de los vinos de Bodegas Pomar. Sigue allí como asesor y figura clave en los recorridos de @clubpomar

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