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Amar el café

 

 

Hay algo que un ser humano no puede obviar ni abandonar: su origen. El mio es italiano, mis padres y nonnos vienen de un pequeño pueblo en Sicilia, y como es de suponer, la cultura gastronómica que prevalecía en casa, es la italiana.

De esa cultura, no se escapa el café, la preparación en greca, y también en espresso (el famoso café de máquina).

Cuando uno analiza las cosas, ya con cierta madurez y haciendo memoria, recuerdo que cada vez que alguien viajaba a Sicilia, se llevaba café y chocolate venezolano. Siempre lo pedían y era de los mejores regalos que se podía llevar al “viejo mundo”. Hoy en dia, cada vez que me toca visitar a mis colegas en Italia, mi maleta va llena de chocolates, ron y café venezolano.

Hoy me siento orgulloso del café que producimos. Es una realidad: la situación del agro en nuestro país no es la mejor, (y creo que es justo dejar de lado la política, porque desde que tengo uso de razón, el café ha tenido precios regulados, entonces es una situación casi estructural) pero nuestros granos son muy nobles y de excelente calidad.

Hasta hace poco éramos exportadores de café y nuestro producto era reconocido fuera, por su aroma y su cuerpo. Lo poco que se logra producir en nuestras tierras tiene un valor superior, ya que lleva implícito un esfuerzo del productor para sobrevivir, para mantenerse de pie y seguir luchando.

Hace justo 100 años, fuimos los primeros productores de café a nivel mundial. Cambiamos la producción por el petróleo, pero como dijo Arturo Uslar Pietri, hay que sembrar el petróleo y todos debemos ayudar.

Los venezolanos somos esnobistas por naturaleza, nos encanta la novedad, y precisamente por eso nos desbocamos a las puertas de cualquier franquicia y máquina de capsulas, sólo porque están de moda, o porque algún famoso del cine aparece en el comercial de la marca.

El trabajo que he venido haciendo desde hace dos años es precisamente el de formar ambos lados de la barra (consumidor y el que prepara el café) y crear conciencia, generar un nivel de exigencia, y tratar de recuperar la calidad que tanto añoramos. También hay que reconocer que en parte es culpa nuestra (los consumidores), hemos dejado de exigir calidad y no solo en el café.

Me gusta formar parte de esta ola gastronómica que se vive en Venezuela, pero en especial, la de los puristas, como Sumito, que hace un buen trabajo apoyando los productos venezolanos, verbigracia el ají margariteño.

Estoy profundamente enamorado del café venezolano. Lo confieso en público sin pudor. Es el grano que defenderé y es el café que me tomo todas las mañanas, sin importar si es guayoyo, con leche, marrón, espresso, pero el grano es el que me llena de orgullo.

Los invito a compartir este amor que dará frutos pronto, con el apoyo de todos y retomando nuestras raíces, que hemos dejado de lado.

 

Café y vida.

 

 

Por Pietro Carbone

Confeso apasionado del buen café, se ha consagrado a divulgar cómo lograrlo. Aprendió barismo en Italia, logró su certificado también como catador y ofrece cursos de barismo. Tiene su blog Diario de un barista y escribió el libro Pasión por el café. Su Twitter: @carbonespresso. Su blog: carbonespresso.blogspot.com.

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