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Cinco picantes con personalidad propia

Por Rosanna Di Turi

Varios artesanos en Caracas han apostado a envasar su pasión por el picante, para ofrecer variedad a quienes buscan diversidad y sabor en el picor. Todos han descubierto que hay algo errado en ese paradigma que anuncia que “aquí a la gente no le gusta el picante”. Cuando cada quien lo puede añadir al plato a su gusto, aflora esa debilidad.

MONTEMAYOR. Juan Montemayor quedaría marcado por un ritual ineludible en casa de su abuelo en Los Andes. “Echaba dos cucharadas del ajicero a su comida. Probaba. Sudaba. Tomaba algo y suspiraba de satisfacción. Supe que allí había una magia”. Y cómo esas impresiones indelebles suelen ser señas de algún destino, este arquitecto en ejercicio decidió un día llevar su pasión por los ajíes a un nivel mayor. Hace cinco años, alguien lo invitó a vender en un bazar, dijo que sí sin medir las consecuencias, y tiempo después estaba con sus picantes a la venta que logró colar con una sabia estrategia. “Los puse en el puesto de hamburguesas. Y dije, si a alguien le gustan, que pregunten por el catire que está en el fondo”.

Así comenzó su emprendimiento llamado ahora Montemayor y alborotó una pasión confesa por el picante que lo ha llevado a crear más de una decena de coloridos tipos además de ediciones limitadas para los más arriesgados. Antes de ir a su oficina, se enfunda su rol de maestro ajicero y procesa rocotos, ajíes amarillos, guindillas y elabora un centenar de frascos diarios para calmar el gusto de quienes, cómo él, buscan variedad en el picor. Todo comenzó al ver un vacío sobre la mesa. “Me llamaba la atención que aquí, cuando pides picante, te suelen traer solo Tabasco”. Ahora comparte sus hallazgos. “He entendido que la gente está deseosa de descubrir nuevas sensaciones del paladar. Cuando pruebas picante, hay liberación de endorfinas. Y allí entiendo la cara de mi abuelo”.

En esa carrera por la intensidad, Montemayor tiene su anecdotario que aportar. “El que come ají es poco humilde. Y aunque sude al probarlo, dice ‘eso no pica”. Para esa clientela especial ha creado ediciones limitadas, de 60 frascos, con nombres que delatan su intensidad como Cicuta. “Es una locura. Siempre se acaban”. De paso, por esas hermandades del ají, descubrió un doctor que cultiva ajíes que se encumbran como los más picantes en la escala planetaria. De esa alianza de fuego, seguramente surgirán nuevas versiones.

*Montemayor tiene más de una decena de propuestas, desde el dulce, pasando por el picante rojo hasta el verde, uno morado –con remolacha-  y el ají postre, con naranja amarga. También prepara sus ediciones especiales para los más temerarios. Los ofrece en varias tiendas. Twitter: @maestroajicero.

MASALA. Clive Britcher es inglés de nacimiento y venezolano por convicción con más de tres décadas en esta tierra. Luego de 25 años en las Relaciones públicas decidió, en el 2004, que era el momento de empezar su propia empresa. Su debilidad por la cocina de la India lo llevó al gustoso camino que desde entonces transita. En una cocina de 40 metros cuadrados comenzó a ensayar hasta 60 recetas de chutneys y picantes con un norte. “Siempre quise que fuera netamente venezolano, con ingredientes que consiga acá”. Así, en sus chutneys, esos sabores de la India comenzaron el matrimonio con frutas como el mango o la piña. “Soy fanático del picante. En el mercado, muerdo los ajíes para probarlos. Cuando empiezas en esto, es como subir al Ávila. Luego de que pasas Sabas Nieves, quieres subir más”, cuenta. “Una vez que empecé a hacerlos busqué cosas diferentes. Que no supieran a tomate y vinagre. Busqué hacerlos más intensos”. Y fue así como su primer picante tuvo un bautismo que habla por él: el C4. “Es con jalapeños rojos y aceite que intensifica el picor”.

Apasionado por el picante, decidió proponer los suyos sin ningún tipo de timidez. Al C4 le siguió el Volcánico con toque venezolano. “Tiene también onoto y comino que identifico con los sabores de acá”. También estrenó uno con habaneros cultivados en Barquisimeto al que le puso un nombre que resume su efecto. “Se llama Ño! Cuando alguien me pregunta porqué, le digo que lo pruebe”, dice quien mantiene su cruzada de dar a probar para convencer. “En los bazares si me dicen, es que no me gusta, les digo: No importa, pruebe. Y luego dicen: coye, es rico”, dice Britcher. Y aunque siga artesanal y en la cocina de 40 metros cuadrados, Masala está en los anaqueles de varias cadenas de supermercados.

*Masala se consigue en distintas tiendas gourmet y cadenas de supermercados como Plaza´s, Excelsior Gama y Patio. Twitter: @masalasabebien

LA LIMEÑITA. “Me quedé asombrada. No pensé que el venezolano comiera tanto picante”, certifica Elssie Vargas, artífice de La Limeñita, marca artesanal y casera, en la que comparte los picantes que elabora con sabor a su Perú natal. Vargas también descubrió cómo le cambió la vida y rutinas el entregarse al picante. Comenzó elaborando cebiches para un bazar, pensó en algo menos perecedero y decidió ofrecer picantes: Ya tiene cinco hechos con rocoto, ají panca, ají amarillo, ají limo y el mestizo donde se oficia un matrimonio con el ají dulce. “Los picantes acá suelen tener vinagre. Estos son en aceite. Me he quedado loca con la cantidad de gente que los quiere”.

Gracias a la energía del ají, ha visto trasmutar sus rutinas domésticas. Ahora en su casa procesan hasta 15 kilos diarios de ajíes que irán a sus envases. “Hay incluso un venezolano que me los pide desde Nueva York”.

*Elssie Vargas propone cinco picantes con La Limeñita. También propone aceites de oliva saborizados. Está en tiendas de productos gourmet y artesanales. Twitter: @limenitagourmet

LO CRIOLLO. Ana Luisa Figueredo comenzó con una idea: porqué no reproducir esos picantes tan ricos que prepara Marisa Ortegano, la señora trujillana que la ayuda en su casa. Ahora se precia de lograr una línea, afincada en lo local, con varios sabores: el Trujillano, con el que comenzaron. El Con papelón, que recomienda para las hallacas. El Picantísimo, con chirere. Y ese camino la ha llevado por ampliar sus propuestas. “Queremos promover y preservar  productos culinarios de distintas regiones de  nuestro país”. Así en su línea ya tienen dulces criollos y el papelón en cono de Pittier, que muchos se llevan en el bolso de mano de viaje, cuando lo ven de venta en Maiquetía. “Nos ha ido bastante bien y a la gente le gusta el concepto”. Figueredo, fotógrafo y artista, tiene sus convicciones en relación al apetito por el picante en estas fronteras. “Antes era más de las regiones. Ahora en Caracas hay más de cinco marcas artesanales que los ofrecen y han enseñado a degustarlos. Si hay oferta es porque hay demanda”, concluye.

Ana Luisa Fuigueredo propone en Locriollo varios picantes, cada uno en su estilo: Trujillano, ajicero, con papelón, picantísimo, revoltoso, entre otros. Los ofrece en tiendas de delicatessen. Su página en Facebook: Locriollo

SPICY PAU. Paula Martínez estudió arte, ha sido locutora y animadora. Pero desde uno de los Degustávila -la feria de artesanos gastronómicos- descubrió una pasión en la que ahora se empeña. Viaja por el país buscando buenos sabores que envasa bajo su marca y una presencia. “Hay muchas cosas en las regiones que no se consiguen en la capital. Y que quizá le faltaba la presencia de una marca y un diseño”.  Entre sus propuestas tiene varios picantes, que si bien no elaboran ellos, sí los envasan, los presentan en su línea y en una tarjetica ofrecen también las señas de quienes lo elaboran. De Mérida, lugar que la maravilla por todo lo que se consigue, ofrecen tres tipos de ajiceros. Uno más encarnado y picante, otro termino medio y un agridulce. De Puerto Ordaz se traen y ofrecen un Catara. Y amplian la línea a cosas ajenas a los picantes como las mermeladas de frutas. Ya se precian de estar en 17 puntos de venta.

Spicy Pau se consiguen en varias tiendas de productos gastronómicos artesanales. Su Twitter e Instagram: @spicypau

 

 

Por Rosanna Di Turi González

Periodista especializada en gastronomía, editora de esta página. Convencida de que nuestros sabores son un gustoso lugar de orgullo y encuentro para este gentilicio. Fue gerente editorial de la revista Todo en Domingo de El Nacional y autora de los libros ABC del Vino, Ron de Venezuela y El legado de Don Armando. Twitter: @Rosannadituri

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